Así pues, hemos emprendido esta obligada retirada, no tengo armas para enfrentarla ni valor para rendirme, no he tenido alternativa. En este momento mi único consuelo es esta pluma y este cuaderno de bitácora.
Mientras, seguiré buscando el abrigo para este barco abatido, calfateando la nave, planeando mi regreso a la Isla de Circe, soñando con que existe el regreso, calibrando la palabra exacta para decirle deslumbrado nuevamente por sus ojos, que ahora son mi Ítaca y su recuerdo la inspiración de estas pobres palabras.
Odiseo
”Amor mío, mi amor, amor hallado
de pronto en la ostra de la muerte.
Quiero comer contigo, estar, amar contigo,
quiero tocarte, verte.
Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo
los hilos de mi sangre acostumbrada,
lo dice este dolor y mis zapatos
y mi boca y mi almohada.
Te quiero, amor, amor absurdamente,
tontamente, perdido, iluminado,
soñando rosas e inventando estrellas
y diciéndote adiós yendo a tu lado.
Te quiero desde el poste de la esquina,
desde la alfombra de ese cuarto a solas,
en las sábanas tibias de tu cuerpo
donde se duerme un agua de amapolas.
Cabellera del aire desvelado,
río de noche, platanar oscuro,
colmena ciega, amor desenterrado,
voy a seguir tus pasos hacia arriba,
de tus pies a tu muslo y tu costado”
Jaime Sabines
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