sábado, 14 de agosto de 2010

Despertar (mini cuento)

Silencio. Un grillo murmura al otro lado del vidrio. Hay una almohada vacía, los cajones están cerrados, como debe ser. Louis Armstrong desde un celular estridente clama por un mundo maravilloso que se empieza a despertar. El ritual de la ducha rápida ganandole al frío, quince minutos frente al espejo, intentando hacer más bello lo que ya era hermoso. Cuarenta y cinco segundos, ocho vueltas, suena la campana del microondas, el café está tibio. Lo toma amargo. El cigarro que se fuma con ganas otra cosa, reposa de a ratos en un cenicero vacío pero no limpio. Revisa que todo esté en el portafolios que la acompañará el resto del día. Las llaves tintinean levemente, el ruido de la cerradura. Afuera aún es noche. El grillo ya no murmura nada. La primer exhalación de frente al frío, la nube se desvanece entre la bruma que se agota en si misma. Camina un pasillo largo, y sale a la calle. Espera el ómnibus con las manos en los bolsillos de la campera larga. Otra vez exhala, otra vez la nube, el aire caliente que otra vez se desvanece en el aire frío. El 468 viene y ella se sube. Se sienta sola contra la ventana, le aburre mirar para afuera, siempre es el mismo camino. Junta las piernas, y se pone el portafolios en la falda.Sube gente. Baja gente. Es su parada.
Se baja sola. Yo me bajo en la que viene.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo bello de las rutinas es que siempre están para ser recordadas por aquellos, que son capaces de observarnos sin que acaso nos demos cuenta. Suena Ismael, son las seis menos diez. Tengo que bañarme para despertar, no puedo pensar. La cama me abraza y no resisto a los brazos de Morfeo, es necesario, hay que salir a ganarse el pan.Me paro en el espejo, tratando de encontrarme, buscando acaso un atisbo de nostalgia, de dolor, de sentimientos, estoy vacía, como la misma muerte. Reviso el portafolios, que como siempre, está repleto de obligaciones y papeles carentes de amor. Tengo todo. Mi café suena, está tibio, fuerte, amargo. La cafeína ingresa y el humo de un cigarro colma mis pulmones, que ya no dan más. Tengo que salir. hace frío. Odio las mañanas, sin embargo recuerdo que afuera me espera un nuevo día. Y te miro, tan ajeno y lejano a mi realidad, que no logro verte. Estás cerca, pero demasiado lejos. Quisiera tocarte, pero no me alcanza el tiempo. Salis de casa, caminás conmigo, detesto que la gente que me quiere me hable a la mañana. Te empeñas en besarme, y en que responda una trivia afectiva que a esa hora, no quiero responder.Camino por el pasillo oscuro y recuerdo que tengo que pagar la luz. Estoy parada, rodeada de gente, el 468 viene vacío, me subo, me siento, te miro sin que te des cuenta, con estos ojos que ya no pueden verte. El viaje se hace eterno, es cansador, y hace frío, sólo quiero estar conmigo, sola, en silencio, para poder pensar.Apoyo el portafolios en mis piernas, que acabo por juntar, y recuerdo, que olvidé lo más importante de llevar. Llega mi parada, y me dejás paso, me despido con un beso rápido. Sé que volverás, como cada día. Por una vez, tengo la certeza de que Odiseo va a volver y eso es lo que hace que ya no desee regresar.
Circe.-

Publicar un comentario